FIN DE UN CICLO o La historia de los cursos para la residencia en psicología.

Escribe Natalia Zito, nuestra fundadora y directora general.

La noche del 19 de Diciembre de 2001 Argentina se venía abajo. De la Rúa se había ido en helicóptero y las calles brotaban pidiendo que se fueran todos. El país estaba en Plaza de Mayo. Yo me moría por estar ahí mientras hablaba por teléfono con una de las docentes de la cátedra de Diana Rabinovich para ver si a pesar de todo iban a tomar finales. Era el último. Si podemos llegar y adentro de la facultad está tranquilo, vamos a abrir la mesa, respondió, probablemente mientras miraba la misma multitud frente a la Casa Rosada.
La mañana del 20 de Diciembre de 2001 me recibí.
Durante enero y febrero del 2002, habiendo renunciado a mi trabajo como administrativa con el sueño de la residencia, estudié ocho horas al día hasta abril. Rendí, igual que otros 907 colegas que se presentaron ese año. Había 26 vacantes de residencias. No entré. Se me vino el mundo abajo. Adjudiqué una de las 300 vacantes de concurrencias que había por entonces, en el Hospital Moyano. Quería dedicarme a la psicosis. Trabajé un año entero aprendiendo mucho y cobrando nada. Cuando llegó el verano del 2003, una compañera de la facultad se acababa de recibir, me propuso estudiar juntas. Un día apareció con un folleto de SRM que decía las palabras mágicas: entrenamiento en choice. Era caro, pero nos anotamos con la esperanza de que eso nos catapultara a la felicidad. Las clases consistían en ir, hacer un choice y luego un profesor trataba de dar alguna explicación. Al segundo día se pudrió todo. Las preguntas no correspondían a la bibliografía obligatoria y los docentes no sabían qué textos entraban y cuáles no. El curso estaba dirigido por un psiquiatra que pensó que podía replicar la modalidad de medicina a psicología. La institución respondió dando la cara, pidiendo disculpas y devolviéndonos el dinero, pero también las esperanzas y la posibilidad del mágico entrenamiento en choice.
Volví a mi casa llorando. Era la segunda vez que invertía el verano en la residencia. Mientras lloraba, le decía al que era mi novio todas las cosas que le habían faltado al curso, el modo en el que tendrían que haber dividido la bibliografía, el estilo de las preguntas, lo fácil que era hacerlo bien si uno se dedicaba y era riguroso y responsable. Mi novio me escuchó durante largo rato hasta que dijo: no sé si vas a entrar, pero lo que es seguro es que vos sabes cómo dar ese curso. Yo todavía no me creía el licenciada y él veía que podía dirigir un curso.
Con mi amiga seguimos estudiando. Ese año, 2003, se presentaron 883 personas y las vacantes de residencia seguían siendo 26. Ella quedó a pocos puestos de entrar y yo a algunos más. Adjudiqué una concurrencia en el equipo de Bulimia y Anorexia del Ameghino y ahí comenzó mi verdadera formación como psicoanalista pero el asunto de la residencia seguía en mí.
Preparé un proyecto para dirigir un curso de entrenamiento en choice. Estábamos a mitad del 2003. Desde 1985 hasta entonces no existían otros cursos para preparar el examen más que los de la UBA, que eran módulos de los diferentes temas en donde un docente se ocupaba de explicar, más o menos al modo de las materias de la facultad. No tenían en cuenta que el examen era multiple choice y que eso requería una preparación específica. Un choice no mide lo que alguien sabe sobre el tema, mucho menos cuán buen profesional es o puede ser, en un choice se trata básicamente de dos cosas: memoria y técnica. Eso también estaba explicado en el proyecto que llevé bajo el brazo a la oficina de extensión de la UBA. Me acercaron una silla al costado de uno de los escritorios y desde ahí le ofrecí a la Facultad de Psicología, ampliar la oferta de cursos para la residencia, sumando un módulo choice con todas las ideas que había construido. Cuando terminé de explicar los contendidos del proyecto me dijeron que lo iban a evaluar, que cualquier cosa me llamaban.
Nunca más se contactaron conmigo.
Luego de un mes, decidí enviar el proyecto a SRM. Nos pusimos rápidamente de acuerdo, se ocuparían de lo administrativo y todo lo académico estaría a mi cargo. Llamé a la amiga con la que había estudiado y juntas trabajamos como locas para elaborar preguntas choice sobre toda la bibliografía. A fines de enero del 2004 lanzamos el primer curso de entrenamiento en choice que duraría dos semanas y se dictaría en marzo de 2004. Una suerte de maratón progresiva que en cada clase iba aumentando la cantidad de preguntas hasta llegar a 100 en la tercera clase. Se anotaron 13 personas. Unos días antes de comenzar, uno de los dueños de SRM me preguntó si quería cancelar el curso porque la convocatoria era muy baja. No dudé, el curso se daba. Fue una experiencia intensa de gran satisfacción. Mi amiga, que también había sido docente del curso y tres personas más, entraron como residentes.
Ese año, 2004, rindieron 897 personas. Las vacantes seguían siendo 26.
El 2005 fue el año en el que las vacantes para residencias pasaron a ser 36. Esos 13 colegas nos recomendaron y duplicamos la cantidad de gente. Por primera vez había un curso específico donde prepararse y había sido un éxito. Facebook aún no existía o todavía nadie lo usaba. Decidimos que se cursaba tres veces por semana porque el esquema de todos los días era mortal. Incorporamos más técnica acerca de cómo responder y especialmente cómo optimizar el tiempo, logrando buena calidad de estudio. Volvimos a sentirnos felices con los resultados, escuchamos críticas y halagos de nuestros alumnos y renovamos las ganas para el año siguiente.
En el 2006, el boca a boca había instalado que rendir se hacía mucho más llevadero haciendo un curso. A muchos colegas le sonaba mi apellido porque figuraba junto con las siglas de SRM en todos los choice que no tardaron en pasarse de un colega a otro como material de estudio y práctica. Fue el año en que se incorporaron las vacantes para la Colonia Montes de Oca. Las residencias pasaron a ser 38 y como la cantidad de gente disminuyó a 674, el porcentaje de colegas que entraba aumentó del 3 al 5%. El equipo docente del curso también se multiplicó.
En el 2007 llegamos a tener más de 300 alumnos. Ese año apareció el Cumpa de Psico, la primera competencia, pero también la primera prueba de que la realidad alrededor del examen estaba cambiando. A nadie se le ocurría ir a rendir como había ido yo, casi sin practicar preguntas choice. Era difícil verlo entonces, pero buena parte de lo que había soñado con mi primer proyecto se estaba cumpliendo.
Después, vinieron años de otros crecimientos profesionales, como psicoanalista, también hijos y muchos golpes personales. Eso me hizo pensar en el curso del examen de residencia como algo más. No solo como la preparación para rendir un examen sino como la oportunidad de fundar un campo fértil para los comienzos profesionales de muchos flamantes colegas, un espacio de formación que fuera capaz de tender lazos transferenciales, puentes entre colegas, un espacio del que salieran mejores profesionales en salud mental, que estuvieran conectados entre hospitales y que pudieran elegir los servicios de acuerdo a sus intereses y conseguir así una distribución de recursos humanos más eficaz que, en definitiva, resultara en mejorías para los pacientes. Todo lo contrario a competir para obtener un puesto.
Así, con esa idea distinta de los comienzos, nació en 2014, mi propia institución: Residir en Psico. Un espacio horizontal, un lugar en el que con la excusa del examen de residencia pudiéramos pensar en la transmisión. El equipo docente decidió seguirme en esa aventura y fue la primera vez que sentí que de verdad había creado algo: un lugar.
Residir en Psico se convirtió en una fuente, en una mesa servida en la que todos nos llevábamos y dejábamos algo. Fue el lugar donde vi crecer como docentes a muchos colegas y donde yo misma me di cuenta de que había recorrido un camino en cuanto a la transmisión.
En el 2020 nos asaltó la pandemia y terminamos de dar el curso de manera íntegramente virtual y acompañamos a los colegas a rendir en un año tan pero tan complejo para todos.
Cuando ese curso terminó, miré hacia atrás y pude ver hasta el año 2004. Me di cuenta de que las cosas habían cambiado. Que la cantidad de cursos para la residencia se había multiplicado y que en algunos casos hasta era evidente que habían tomado cosas de Residir y que hasta las habían mejorado. Miré hacia atrás y después hacia adelante y pensé que no entré a la residencia, que nada me catapultó a la felicidad que obtuve, en cambio, en muchos momentos dando clase, pero que había conseguido cambiar las cosas y que tal vez mi manera de cambiar las cosas ahora es otra.
Por eso escribo todo esto, por eso escribo, para decirles que Residir en Psico, como lugar para hacer cursos para la residencia, llega a su fin.
Quiero agradecer a todos los colegas que confiaron en nosotros para preparar el examen y especialmente a cada uno de los y las colegas que formaron parte del equipo docente de Residir en Psico. En especial a Carolina Tokashiki que durante los últimos años supo ponerse al hombro la conducción académica y estuvo siempre dispuesta a ir por más. Todos y todas dejaron algo valioso no solo en mí, sino el los muchísimos alumnos y alumnas que tuvimos.
Todos estos años han sido nuestra fortuna.
Las fotos que acompañan este texto son una elección azarosa de instantes felices.
GRACIAS y nos vemos por ahí.


















































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